Todo amanecer es un nuevo comienzo. Un nuevo nacimiento que recibimos, que vamos a su encuentro. Un amanecer como ese recién nacido en el que depositamos todos nuestros deseos. Un amanecer lleno de emociones.
A este 2021 en KASH-LUMN Family Care lo recibimos como a ese recién nacido que nos colma de ilusión. Ese bebé al que miramos con ternura intentando encontrar parecidos y sobre todo deseando que sea el anuncio de un tiempo mejor.
Un amanecer en el que la luz ilumine esa mirada perdida de los bebés que aún no pueden enfocar pero vivaz y penetrante cuando le mostramos toda nuestra admiración e intentamos ver que nos cuenta.
La mirada de un bebé, nos fascina y activa nuestras emociones porque en ella hay verdad. Y algo de ello hay también en todo amanecer. Este año ha sido el primero que no me he acercado a la playa a ver la salida del sol, una tradición para el primer día del año cargada de emociones que la pandemia ha desbaratado. Pero no importa porque ello me permite depositar mis emociones transformándolas en palabras con las que conversar con ese primer amanecer, con esa primera mirada hacia el recién nacido:
—¡Bienvenid@ a este mundo, 2021! —le he empezado diciendo.
—Dejamos atrás un año difícil en que hemos sufrido por los que se nos iban, por toda la incertidumbre de miles y miles de familias que lo están pasando mal, por el sinsentido de opiniones y habladurías que no llevan a ninguna parte. Un año en que el mundo, las naciones, la población, los niños y niñas han visto como en un plis-plas todo aquello que era cotidiano se convertía en excepcional.
—Un año difícil en el que sin embargo, la vida ha continuado con toda su fuerza y su esplendor. La Naturaleza aprovechó el confinamiento humano para crecer como hacía tiempo no se había visto. Los cielos volvieron a relucir sin contaminación y el ruido de las grandes ciudades ceso ofreciendo una paz inusual. No obstante, poco ha servido todo ello para aprender a ser más respetuosos con el medio ambiente.
—También los bebés no han dejado de nacer en todo el mundo durante el 2020. Y, se estima que en este primer día del 2021 ha habido más de 370.000 nacimientos en todo el planeta (Fuente UNICEF 31/12/2020 Comunicados Prensa).
—Un año en que nos hemos quedado en casa reaprendiendo el valor del hogar, de la familia, de cómo organizarnos y pasar juntos buenos momentos. Los sucesivos confinamientos domiciliarios, perimetrales, autonómicos,… han abiertos ventanas y balcones pero sobre todo han hecho de la tecnología la puerta por la que nos hemos conectado.
—Un año para la solidaridad, la empatía, la resiliencia.
—Un año en que dar valor a la VIDA a esa vida que nos da la oportunidad de quedarnos con lo mejor y aprender de la experiencia. Hemos tenido presenten, más que nunca, los sentimientos, puesto palabras a nuestras emociones. Pero, no sé si aún somos capaces de reconocer todo lo que las emociones hacen por nosotros.
—Dicen que tú, 2021 eres el año de un nuevo renacer. El inicio de una nueva etapa para la humanidad en la que transformar las apariencias en autenticidad. En que dejaremos de posar para los otros para mirarnos más hacia dentro. En la que contactar con nuestro interior, nuestro verdadero ser.
—Amanecer de este primer día. Te miro y retornan todas las sensaciones de otros amaneceres. Ese llenarme poco a poco de energía con tu energía incipiente, tiñendo las aguas de amarillo casi blanco. Amorosa y lentamente calentando la atmósfera. Poniendo sonido al murmullo de las olas y aroma al salitre del mar, hasta llegar a mi piel y acariciarme suavemente.
—He de contarte que en estos días, me llegan noticias de nuevas maternidades y nuevos embarazos. ¡Qué alegría! Esa alegría plácida y confortable que permite cerrar los ojos y soñar con un futuro mejor.
—También me llegan las lágrimas de tristeza por nuevas pérdidas que no cesan. Y te miro, esperando ese guiño de los que llegan cuando otro se van como anunciando ese ciclo perpetuo de vida-muerte-vida. Y pienso, en como la infancia acepta la muerte con naturalidad mientras la adolescencia se revela por su injusticia.
—¡Ay!, ¿cómo acabar con las injusticias? Esa ira, la emoción agazapada que siempre está ahí atenta y eficiente para mostrarnos que un primer paso, es el comienzo de todo un camino. Que la mayor de las catástrofes, es la oportunidad de un nuevo comienzo. La pandemia del coronavirus al igual que otras muchas hecatombes traerá transformaciones para las que no hay marcha atrás. Ojalá entre ellas, las personas dejemos de ser codiciosas y egoístas. Una sociedad del bienestar lo será realmente cuando en ella quepamos todos sin excepciones.
—Nunca como hasta ahora se ha hecho tan visible que el esfuerzo colectivo no es posible sin la suma de los esfuerzos individuales. La perseverancia, el trabajo en equipo, el respeto hacia las capacidades de cada uno, la generosidad y la cooperación no tienen más misión que el bien común. La emoción del enfado nos enseña que podemos más de lo que creemos y que la superación de las propias metas estás en nuestras manos. Sentirnos satisfechos por el trabajo hecho más allá de recompensas materiales o de absurdas vanaglorias es lo que construye autoestimas poderosas de las que sentir orgullo tanto a nivel individual como colectivamente.
—Durante el 2020 la emoción más nombrada, la que ha obtenido más titulares y portadas ha sido la del miedo. Dicho miedo del que tanto huimos pero al que tanto necesitamos. «Hay que tener miedo». «No hay que tener miedo». Se iban alternando o competían al unísono. Imprescindible es mantener en alerta esa emoción que nos previene ante lo desconocido porque el miedo nos hace prudentes y curiosos a partes iguales.
—Más prudencia nos hubiera valido para proteger a nuestros mayores, ser precavidos para contagiarnos en menor grado y no saturar la Salud Pública, para atender mejor a las restricciones y ser corresponsables con lo que se nos pedía que nada tiene a ver con la obediencia o el seguidismo. De la curiosidad se han encargado los científicos, ¡de ellos será este nuevo amanecer! Porque la curiosidad es investigar aplicando el pensamiento crítico, sabiendo que hay que refutar todo hallazgo, verificando una y otra vez lo obtenido.
—Ya sólo me queda una cosa más, esa emoción de la sorpresa que activa nuestra capacidad de asombro y que nos conecta con el miedo o con la alegría, que tu nacimiento nos traiga muchas sorpresas agradables que nos hagan recuperar todas esas alegrías que parecen haberse quedado atrás.
Sumerjámonos en esa mirada del recién nacido, encandilémonos y tratemos de imaginar toda la verdad que trae para poder escuchar, acompañar, emocionarnos y emocionar.